Hace varios suegnos nos encontramos y diste con la chica que un día creí hundida en el remolino de mis emociones.
Me gusta coleccionar momentos en el corredor de mi mente donde un nosotros sí existe... y empiezo a contarte despacio lo que te has vuelto:
Eres el único capaz de despertar las mariposas étereas que pueden caber entre la espalda y el alma.
Eres el rojo que se desprende del arco-iris y el dulce olor de la sangre.
Eres la espuma que corona la espuma del mar y el canto de una sirena capaz de hipnotizarme.
Eres la lluvia de un día de abril y el cielo estrellado reflejandose en el mar
azul añil.
Eres poesía que empieza con la décima letra del abecedario recorriendo tus ojos, tú labios y nunca termina.
Eres la letra de una canción que escribo a deshoras y el insomnio que me abraza a las 2 am.
Eres el más dulce de mis suegnos, el deseo oscuro que guardan mis labios, el príncipe de este cuento tan distinto a otros, el vampiro eterno de un amor prohibido.
Eres la sonrisa que dibujas, las ansias de tenerte cuando tengo frío, el beso perdido en el viento, el corazón acelerado cuando tú nombre figura en la pantalla del móvil.
Cada noche invento nuestro en encuentro de mil formas y colores mientras miro tu imagen aunque la tenga tatuada en las paredes de mi memoria.
Hay veces que el silencio nos alcanza como sí no fuera suficiente la distancia y me enferma que aunque estas bajo el mismo cielo tu mundo es tan distinto al mío.
No quiero que te pienses que no te siento en cada latido, existes aquí en mi corazón aferrado a los imposibles, en la fantasía que se rescata de mis suegnos rotos, en el deseo de que con un beso me hagas volar y prenderme más de la magia que guardan tus ojos.
Un beso con el que me hagas volar ... Volar tres metros sobre el cielo... Para sentir de nuevo mil mariposas, mil pulsaciones, mil sensaciones, mil deseos; mis manos en tú piel, mis labios en todo tú y mi nombre grabado en el eco de tu voz.
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